Inmersos en la segunda ola provocada por el Coronavirus SARS-CoV-2, la sociedad mundial se enfrenta a nuevos retos. Tras el lógico desconcierto por la aparición repentina de la COVID-19, los expertos disponen ahora de más información y estudios sobre otro tipo de efectos negativos, como la repercusión de esta enfermedad infecciosa en el aspecto psicológico. El temor ante este virus invisible ha afectado a las personas de diversas formas. Centrándonos en las personas mayores, los principales miedos ante la pandemia están relacionados con la mortalidad y con la soledad.
Los especialistas recuerdan que el virus ha tenido una especial incidencia directa en las personas mayores. En los medios de comunicación se ha mostrado cómo la COVID-19 se ha cebado especialmente en las residencias de la tercera edad.
Todo esto ha supuesto un importante impacto que ha generado, en las personas mayores, un incremento de la ansiedad ante la posibilidad de quedarse solos o aislados durante meses, así como un aumento del miedo a morir.
Se ha hablado, además, de la sobreprotección de la ciudadanía hacia este colectivo como actos de muy buena voluntad, pero que quizás han podido ser contraproducentes. Ese propio miedo a que ellos se infectaran ha provocado que se hicieran recomendaciones del tipo “no salgas a la calle”, “no quedes con personas”, etc. ¿Qué ha supuesto todo esto? La disminución de la realización de actividades tanto saludables como sociales que tan beneficiosas son para todos, y en especial, para las personas mayores.
La soledad: un miedo que crece pero que no es nuevo
La sociedad, y los profesionales sanitarios al frente, están luchando a diario por descubrir y paliar los nuevos efectos que la COVID-19 está provocando. Sin embargo, los psicólogos también destacan que en ocasiones está agravando un problema ya existente. Uno de esos casos es sin duda el del sentimiento de soledad, que se ha convertido en uno de los principales miedos de las personas mayores.
Los profesionales recuerdan que, antes de la aparición de este virus, muchas personas mayores sufrían de depresión al llegar a la edad geriátrica. A los cambios físicos y psicológicos que conlleva el envejecimiento, también se suman factores como la separación de la familia, la distancia o la falta de una rutina saludable que mitigue dichos cambios.
Frente a este problema -ya existente- y su empeoramiento, es necesario un esfuerzo común de la sociedad por descubrir nuevas fórmulas y herramientas que ayuden a las personas mayores de la forma más adecuada.
La soledad no entiende de celebraciones
Nos acercamos a una fecha particularmente sensible para muchas personas. La Navidad es un periodo de reencuentros familiares, de compartir alegría y recuerdos, y de celebración. En ese sentido, se deberá tener siempre presente las recomendaciones que las autoridades pertinentes hagan sobre las medidas a adoptar en estas fechas tan señaladas.
Sin embargo hay que reconocer que el sentimiento de soledad para las personas mayores existe antes y después de los festivos. El trabajo, la familia y los ajetreos del día a día pueden provocar que nos olvidemos de nuestros seres queridos. Es importante que los hijos seamos conscientes de que al final de la vida, los padres se pueden convertir en hijos de sus hijos. Además pueden ser de una gran ayuda para luchar contra los principales miedos de las personas mayores.
No debemos olvidar que la COVID-19 está incidiendo especialmente en uno de los colectivos más vulnerables, las personas mayores. Por ello, no dejemos que estas fiestas navideñas sean más difíciles para ellos.
Si estás preocupado porque algún familiar, que viva cerca o lejos de ti, pueda sentirse solo. O si crees que puede necesitar acompañamiento profesional, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.
Muchas gracias por compartirlo. Sin duda hay que cuidar a nuestros mayores en estos momentos tan difíciles. Saludos