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Hoy, 15 de junio se celebra el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez con el objeto de denunciar la situación de sufrimiento y abusos que muchos mayores padecen.

El maltrato de los ancianos es un problema social que está, en muchos casos, silenciados dada la poca concienciación al respecto. Además existen pocos estudios contrastados que puedan avalar la realidad de esta lacra social. Esta grave situación se está acrecentando en los últimos años dado que la población mayor va cada vez más en aumento por el continuo proceso de envejecimiento de la pirámide poblacional.

El maltrato a los mayores es un problema que está altamente subestimado y cuenta con poca atención en la salud pública. Pero es una realidad que cada vez hay más indicios que señalan las grandes repercusiones que el maltrato supone para las personas mayores tanto psicológicas y emocionales.

Pero qué tipo de maltratos hay… Hay muchas formas de maltratar a una persona mayor desde el maltrato físico pasando por el emocional hasta la propia negligencia o la dejadez frente a los cuidados y a la atención de la persona mayor. También se podría incluir como maltrato, el abandono e incluso los abusos. Los expertos sobre este tema reconocen que el maltrato más común es el psicológico, es decir, cosas como mandarlos a callar, no dejarles hablar, gritarles o reñirles son situaciones muy recurrentes que diariamente sufren las personas mayores.

Y es que entre los abusos más comunes que se realizan entre las personas de la tercera edad están los maltratos entre los ancianos residentes en instituciones. Son muchas las denuncias presentadas por familiares y por las propias personas mayores sobre abusos en residencia. Según datos de 2018, el 33% de los ancianos que están en residencias ha sido víctima de abusos en ese año.

Investigación sobre el maltrato de personas mayores en la familia

Según una investigación, centrada en el maltrato de personas mayores en la familia y realizada por el Centro Reina Sofia para el Estudio de la Violencia, el 0,8% de los ancianos españoles reconocen que sufren maltrato por parte de la familia.

Este estudio indica que algunos de los factores que incrementan el riesgo de maltrato están vinculados con el nivel de dependencia de la víctima, la edad avanzada y la presencia de síndrome de burnout (trabajador quemado) en los cuidadores.

Ya en 2019 se hablaba de que más de medio millón de mayores de 65 años sufrían malos tratos, situación que se ha visto agravada durante la pandemia y por la situación de confinamiento donde aspectos como la violencia psicológica y la económica han sido los casos más recurrentes.

El maltrato a personas mayores es un fenómeno altamente “invisibilizado”. Se está produciendo tanto en el ámbito del hogar, de puertas adentro y los agresores suelen ser familiares muy próximos como en las residencias. Las víctimas, personas mayores que en muchos casos no cuentan ni con libertad de acción ni independencia, apenas lo hablan y casi nunca denuncian.

 

Si necesitas apoyo y ayuda para asistir a un familiar mayor, y busca los cuidados necesarios para atender con total confianza y seguridad a tu ser querido, no dudes en ponerte en contacto con nosotros

 

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La pandemia ha generado que muchas personas mayores que antes vivían en residencia hayan vuelto a los hogares de sus familiares o a sus propias casas por temor a que fueran contagiados por la Covid-19 en aquellos lugares donde más se han producido los contagios masivos.

El retorno a las casas de las personas más mayores ha supuesto un importante incremento de la petición de servicios de atención domiciliaria durante este año largo que ya llevamos de crisis sanitaria. Hecho que ha generado múltiple consultas y preguntas entre aquellos usuarios interesados que querían conocer cuál era la labor que realizan los cuidadores.

¿Cuáles son las funciones de un cuidador o cuidadora?

Las funciones que realiza un profesional que atiende a una persona mayor en el hogar están centradas, principalmente, en garantizar unas condiciones dignas y saludables para aquella persona que necesita asistencia.

Este papel ha sido fundamental durante estos meses de pandemia pues ha sido un tiempo muy difícil y complicado para los más mayores donde el temor y el miedo por los acontecimientos y por la sucesión de noticias tristes, se entremezclaba con el día a día entre cuidados y atenciones.

El desempeño del trabajo de un cuidador de personas mayores cubre un gran abanico de tareas diarias pero entre las funciones más destacadas estarían:

  • Atención a las necesidades básicas del usuario.
  • Aseo y limpieza de las personas.
  • Administración y control de medicamentos.
  • Tareas de rehabilitación.
  • Acompañamiento en traslados.
  • Realización de recados o compras domésticas.
  • Preparación de comidas.
  • Mantenimiento básico de la casa.

Las funciones de un cuidador no deben estar robotizadas ni deben ser automáticas, es decir, la humanización es un factor clave en el ejercicio de las tareas de un cuidador. Las personas mayores, en su gran mayoría, cuentan con necesidades muy especiales y particulares, por lo que es fundamental tener en cuenta el trato y la calidez suficiente para reforzar lazos entre el cuidador y el usuario.

En DediCares hemos constatado, a través de nuestra experiencia, la importancia de apoyar la autonomía del usuario. Es por este motivo que realizamos un acompañamiento y una supervisión ofreciendo las mayores garantías pero siempre dejando que nuestros usuarios cuenten con cierta libertad de movimiento. Generar un entorno de trabajo y de buena relación entre el cuidador y el usuario es fundamental para el buen desempeño de las funciones y para el bienestar esencial de la persona mayor, objetivo fundamental del profesional.

En DediCares estamos conformándonos como una red profesional en el cuidado de personas mayores a domicilio, especializándonos en ofrecer servicios a la medida de cada usuario. Somos profesionales sociosanitarios comprometidos con la asistencia a domicilio. Para cualquier consulta sobre nuestros servicios puede realizarla a través de nuestro teléfono o por correo electrónico e incluso conocernos personalmente en nuestra oficina central de Sevilla.  Son muchas las personas, profesionales del cuidado, que nos solicitan trabajo como cuidador o cuidadora a domicilio pero somos muy estrictos en nuestra selección porque queremos ofrecer la mayor garantía a nuestros usuarios.

 

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El cartel ‘Cíngulo y Esparto 2021’

El año de pandemia parece dar paso a un nuevo tiempo de Esperanza. El calendario de vacunación invita a mirar al futuro con optimismo en esta recién estrenada primavera. Por ello, a las puertas de una nueva Semana Santa, la empresa DediCares ha renovado su compromiso con Sevilla y sus tradiciones colaborando un año más con el cartel ‘Cíngulo y Esparto 2021’, que el programa radiofónico del mismo nombre de la cadena Onda Cero Sevilla edita para anunciar los días grandes de la ciudad.

La obra, realizada por el artista José Tomás Pérez Indiano, ha sido presentada el pasado jueves en un emotivo acto celebrado en la Basílica de la Esperanza Macarena. Estuvieron presentes el alcalde de Sevilla, Juan Espadas; el presidente del Consejo de Cofradías, Francisco Vélez; el hermano mayor de la Macarena, José Antonio Fernández Cabrero; así como el gerente de Dedicares, Antonio Solís, entre otros.

 

Presentación del cartel ‘Cíngulo y Esparto 2021’

La composición pictórica recoge un primer plano del Señor de la Sentencia, donde destaca el detalle de sus manos maniatadas sobre la esfera del mundo (“El mundo en sus manos”). Todo ello enmarcado en la pared de almanaque de un puesto en el mercado de la Calle Ancha la Feria, “donde se tachan los días hasta esa madrugada de reencuentros y Esperanza, mucha Esperanza”. Sin duda, un gran cartel, en el que Pérez Indiano ha sabido recoger con sus pinceles “el calendario del alma” en este año de coronavirus, incertidumbres y cambios. La pintura será también la portada de la «Guía de Semana Santa 2021», en la que Onda Cero incluirá los principales actos y cultos de carácter extraordinario de la Semana Mayor.

Presentación del cartel

En el plano musical, la velada contó con la intervención magistral de la saetera Cristina Galán, que dedicó dos sentidas oraciones al Señor de la Sentencia y a la Virgen de la Esperanza; así como los acordes del Grupo de Metales de la Agrupación musical «Nuestra Señora de los Reyes» de Sevilla, que interpretó distintas marchas procesionales.

Igualmente desde las dependencias macarenas se realizó el programa semanal ‘Cíngulo y Esparto’, en que, entre otros invitados, pasó por los micrófonos el gerente de Dedicares, Antonio Solís. Desde aquí agradecemos públicamente el trabajo de estos profesionales de ‘Cíngulo y Esparto’, que capitaneados por Esteban Romera, mantienen viva la pasión todo el año en las ondas radiofónicas, llevando un mensaje de Esperanza a todos los hogares.

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En DediCares hemos comenzando el nuevo año con energías renovadas y con la misma ilusión por el trabajo bien hecho. El cuidado de las personas mayores con la mejor de las atenciones. Una labor que, ahora más que nunca, se hace de especial importancia para nuestros familiares y seres queridos.

Después de un año tan complicado como ha sido el 2020, parece que hubiera pasado mucho más tiempo desde nuestra publicación para despedir 2019. Hemos vivido con especial preocupación las consecuencias que la pandemia originada por la COVID-19 podría acarrearen el día a día de las personas mayores.

Ante estas adversidades sólo podemos sentir más reforzada la relevancia de la vocación y la atención personal para conseguir un cuidado óptimo. Adaptados a cada caso y a las necesidades de las personas en la atención en sus hogares.

Atención personalizada y adaptada a las necesidades

Cada persona es diferente, y todos y cada uno de ellos tienen derecho a una atención adecuada a sus necesidades. En DediCares somos conscientes de que uno de los beneficios de los cuidados en el domicilio es precisamente el de poder seguir en la comodidad del hogar. Por eso queremos que la presencia de nuestros cuidadores se adapte a esos hogares de la mejor forma posible.

Ofrecemos una amplia lista de servicios adaptables y que se puede consultar para más información.

Entre otras cosas estamos especializados en la aplicación, el control y el seguimiento de la medicación y los tratamientos médicos prescritos por un facultativo. Así como de la atención sanitaria en tratamientos médicos y de enfermería.

En DediCares también podemos ser un importante apoyo en el desarrollo de las tareas domésticas del usuario para favorecer su autonomía. Desde el acompañamiento, la supervisión de la persona de día o de noche, o durante una hospitalización. Nuestros cuidadores también se pueden encargar de tareas sencillas en el hogar, por el bienestar de la persona al cuidado. O de realización de recados y compras domésticas.

Para favorecer el bienestar de las personas bajo cuidado ofrecemos diferentes servicios centrados en: el aseo personal, la elaboración de menús para una alimentación saludable y establecida por un facultativo, o la realización de actividades para la estimulación física y cognitiva. Tan importante ahora para combatir las consecuencias de los largos periodos en casa por la COVID-19.

Un equipo de cuidadores seleccionado por su experiencia

Entre los cuidadores y las cuidadoras de DediCares se encuentra un elenco de personas llenas de vocación y pasión por su trabajo. Es sin duda la clave que marca la diferencia en su forma de ofrecer atención y cuidados. Con una actitud positiva, muy profesionaly siempre atentos a las necesidades de nuestros usuarios.

Pero además son cuidadores seleccionados por su formación y por su experiencia. El equipo de DediCares cuenta con una amplia experiencia demostrable en el sector. Con formación específica en el ámbito socio-sanitario y con experiencia previa en las labores que desarrollan. Un compendio de conocimiento y experiencia que consideramos necesario para alcanzar una buena sintonía entre cuidador y usuario.

Si estás preocupado porque algún familiar, que viva cerca o lejos de ti, pueda sentirse solo o necesite cuidados. O si crees que puede necesitar acompañamiento profesional, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.

 

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La importancia de que la sanidad pública de una respuesta a la COVID-19 basada en los derechos

Faltan apenas unos días para que se cumpla el primer año desde que las autoridades chinas alertaron a la Organización Mundial de la Salud. Un brote epidémico de la COVID-19 empezaba a dar la cara de sus peligrosos efectos. Desde aquellos fatídicos días, el mundo se enfrenta a un gran reto en el que la sanidad pública desempeña un papel crucial.

Afortunadamente el nivel de información sobre el virus, y algunas de las mejores formas de evitarlo, es mayor en la actualidad. Incluso se han empezado a administrar las primeras vacunas en algunos países. Sin embargo los efectos de la pandemia están afectando de múltiples formas, y a diversos colectivos de la sociedad.

Con respecto a la desigual forma en la que los países se están enfrentando a la COVID-19, son muchos los colectivos y las organizaciones que recuerdan la importancia de que esa respuesta se base en los derechos humanos.

La sanidad pública y su defensa de las personas mayores

Uno de los sectores de la sociedad más vulnerable frente al virus está siendo sin duda el de las personas mayores. Y, aunque el esfuerzo de muchos países para cuidar a sus mayores ha sido evidente, no hay que ignorar que los estándares de esta atención han sido desiguales. En otros casos el respeto a los derechos humanos ha sido pésimo o casi inexistente.

Durante la segunda ola del coronavirus han aumentado los estudios médicos, la investigación y las acciones directas para combatir la pandemia. A nivel nacional, la sanidad pública ha sido el eje vertebrador de las acciones más importantes para paliar los efectos de la COVID-19. Uno de los ejemplos más claros ha sido el adelantamiento de la campaña de vacunación de la gripe por parte de las comunidades autónomas.

En el caso de los diferentes países, y en la mayor parte de los casos, las normas generales de atención a las personas mayores se está estableciendo por los gobiernos. Para vigilar que esas normas se cumplan correctamente, muchas organizaciones, colectivos y agentes sociales se esfuerzan a diario por informar sobre cómo hacerlo.

Siete principios de una respuesta basada en los derechos humanos

Un buen ejemplo de este esfuerzo podría ser el de la guía propuesta por HelpAge International.

La guía con Siete principios para que la sanidad pública de una respuesta frente a la COVID basada en los derechos es clara y sencilla. Uno de sus objetivos es el de medir si en los diferentes países se están cumpliendo dichos principios.

  1. Tratar a las personas mayores con respeto: Es decir, tratarlas bien. Sabiendo que son tan importantes como el resto.
  2. Tratarlas de forma justa: Evitando que las normas que se impongan les causen problemas o le hagan la vida más difícil.
  3. Asegurarse de que las personas mayores forman parte de la comunidad, y que tienen las mismas oportunidades que todos los demás. En este aspecto hay que asegurar que las reglas funcionan para todos igual. Sean hombres, mujeres o tengan cualquier tipo de discapacidad.
  4. Asegurarse de que las personas mayores toman sus propias decisiones. Deben tener para ello toda la información que necesiten para tomar sus propias decisiones. Por supuesto, también con respecto a su tratamiento médico.
  5. Asegurar que las normas se hacen correctamente durante la COVID-19. Los gobiernos tienen que dar información clara sobre el virus, de una manera fácil y que llegue a todos.
  6. Las personas mayores tienen que formar parte de la creación de dichas normas frente a la pandemia. Se debe preguntar a las personas mayores, y además escuchar lo que opinen sobre esta nueva enfermedad y la forma de afrontarla.
  7. Asegurarse que las normas que se hacen durante la COVID-19 son adecuadas para las personas mayores. Los gobiernos deben tomar medidas si se tiene una buena razón para usarlas, pero deben revisar su utilidad para ver si siguen siendo necesarias.

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Principales miedos de las personas mayores

Inmersos en la segunda ola provocada por el Coronavirus SARS-CoV-2, la sociedad mundial se enfrenta a nuevos retos. Tras el lógico desconcierto por la aparición repentina de la COVID-19,  los expertos disponen ahora de más información y estudios sobre otro tipo de efectos negativos, como la repercusión de esta enfermedad infecciosa en el aspecto psicológico. El temor ante este virus invisible ha afectado a las personas de diversas formas. Centrándonos en las personas mayores, los principales miedos ante la pandemia están relacionados con la mortalidad y con la soledad.

Los especialistas recuerdan que el virus ha tenido una especial incidencia directa en las personas mayores. En los medios de comunicación se ha mostrado cómo la COVID-19 se ha cebado especialmente en las residencias de la tercera edad.

Todo esto ha supuesto un importante impacto que ha generado, en las personas mayores, un incremento de la ansiedad ante la posibilidad de  quedarse solos o aislados durante meses, así como un aumento del miedo a morir.

Se ha hablado, además, de la sobreprotección de la ciudadanía hacia este colectivo como actos de muy buena voluntad, pero que quizás han podido ser contraproducentes. Ese propio miedo a que ellos se infectaran ha provocado que se hicieran recomendaciones del tipo “no salgas a la calle”, “no quedes con personas”, etc. ¿Qué ha supuesto todo esto? La disminución de la realización de actividades tanto saludables como sociales que tan beneficiosas son para todos, y en especial, para las personas mayores.

La soledad: un miedo que crece pero que no es nuevo

La sociedad, y los profesionales sanitarios al frente, están luchando a diario por descubrir y paliar los nuevos efectos que la COVID-19 está provocando. Sin embargo, los psicólogos también destacan que en ocasiones está agravando un problema ya existente. Uno de esos casos es sin duda el del sentimiento de soledad, que se ha convertido en uno de los principales miedos de las personas mayores.

Los profesionales recuerdan que, antes de la aparición de este virus, muchas personas mayores sufrían de depresión al llegar a la edad geriátrica. A los cambios físicos y psicológicos que conlleva el envejecimiento, también se suman factores como la separación de la familia, la distancia o la falta de una rutina saludable que mitigue dichos cambios.

Frente a este problema -ya existente- y su empeoramiento, es necesario un esfuerzo común de la sociedad por descubrir nuevas fórmulas y herramientas que ayuden a las personas mayores de la forma más adecuada.

La soledad no entiende de celebraciones

Nos acercamos a una fecha particularmente sensible para muchas personas. La Navidad es un periodo de reencuentros familiares, de compartir alegría y recuerdos, y de celebración. En ese sentido, se deberá tener siempre presente las recomendaciones que las autoridades pertinentes hagan sobre las medidas a adoptar en estas fechas tan señaladas.

Sin embargo hay que reconocer que el sentimiento de soledad para las personas mayores existe antes y después de los festivos. El trabajo, la familia y los ajetreos del día a día pueden provocar que nos olvidemos de nuestros seres queridos. Es importante que los hijos seamos conscientes de que al final de la vida, los padres se pueden convertir en hijos de sus hijos. Además pueden ser de una gran ayuda para luchar contra los principales miedos de las personas mayores.

No debemos olvidar que la COVID-19 está incidiendo especialmente en uno de los colectivos más vulnerables, las personas mayores. Por ello, no dejemos que estas fiestas navideñas sean más difíciles para ellos.

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Durante esta pandemia, y a consecuencia del coronavirus, se ha puesto en evidencia la necesidad de repensar el sistema de cuidados y el modelo de atención a las personas mayores algo obsoleto y anclado en ámbitos como el paternalismo y la universalidad, dejando a un lado cuestiones como la atención personal y el refuerzo de la autonomía.

Debido a la situación que estamos atravesando y las miles de personas, sobre todo mayores que han fallecido –principalmente, en residencias- se hace imprescindible establecer y desarrollar nuevos modelos donde se ponga el centro de atención en las necesidades reales de los más mayores.

Las residencias, hasta la fecha, han sido instituciones jerárquicas donde se le ha dado mucha importancia a cuestiones burocráticas y a aspectos administrativos, dejando, en muchos casos, relegadas las actividades focalizadas en mejorar la vida y el bienestar de los propios usuarios.

Todo esto ha repercutido negativamente en la gestión de las residencias donde ha habido: cambios constantes de profesionales sanitarios, desconocimiento de las necesidades asistenciales y de cuidados de los usuarios, escasez de recursos, errores en el sistema de atención,…

Los problemas estructurales del sistema de residencias de mayores en España se han mostrado visiblemente con la pandemia. Las residencias se han convertido en un foco muy importante de la crisis sanitaria. Las cifras de fallecidos y los errores en cadena han mostrado la cara amarga de una gestión que necesita ser revisada.

 

La transformación del modelo asistencial: ¿quiénes son los motores del cambio?

Las administraciones públicas con competencias en asuntos sociales y sanitarios son los que deben encabezar el cambio necesario para desarrollar un modelo asistencial que cubra las exigencias y los requerimientos de las personas de la tercera edad sin caer en los fallos cometidos hasta la fecha, y que han perjudicado seriamente a los mayores.

El nuevo modelo asistencial debe entender que las personas de más edad necesitan su autonomía y necesitan estar en sus casas. Y éstas son cuestiones que deberán ser tenidas muy en cuenta a la hora de desarrollar nuevas políticas sociales asistenciales.

 

Los mayores y su autonomía: el hogar el mejor lugar

Las personas mayores deben recuperar el control de sus vidas que no debían haber perdido en el camino de su envejecimiento, por muy dependientes que fueran. Por ello, es necesario que vuelvan a tener la autonomía necesaria para vivir con dignidad.

En este sentido, en ese camino por establecer un envejecimiento digno, nuestra casa se constituye como el mejor sitio para estar y para ser cuidados. Así lo piensan la gran mayoría de los expertos en la materia.

Los hogares son el lugar más idóneo. Lugares que deben estar adaptados, que cuenten con una atención domiciliaria más transversal cubriendo las necesidades personales (físicas y psíquicas) del paciente, y apoyando y contribuyendo también al bienestar de la familia que cuida de la persona mayor.

En esta atención más personalizada y más acorde con los intereses de los mayores, es imprescindible incluir el acompañamiento profesional el cual cubra las necesidades psicológicas, emocionales y sociales del usuario con el fin de que mantenga su identidad y su autoestima.

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En plena crisis sanitaria del ya más que conocido COVID-19, es tiempo de parar un poco y reflexionar sobre algunos asuntos importantes  que ya se pueden observar en el ideario común. Cumplida la primera semana de aislamiento en España son ya más de 21.500 casos de contagiados  y la más que dolorosa cifra de casi 1.100 muertes, siendo muchas de ellas desgraciadamente pertenecientes a la tercera edad, grupo más vulnerable frente a este virus. Nos cuentan que esta situación se agravará aún más antes de que la famosa  “curva” remita y que tenemos que hacer todo lo posible para que no aumenten los números de esta pandemia.

Pero, ¿realmente podemos hablar tan fríamente de “datos, números y estadísticas” dentro de todo este desastre? ¿Cuándo nos preocupa la muerte y cuándo no? Cuando comenzó la crisis del coronavirus se hablaba de población de riesgo y tal, nada grave parecía. El coronavirus atacaba directamente a una población “menos importante”. Desgraciadamente, esto creó un pensamiento frio y distante entre las personas menores de 65 años hacia la tercera edad, convirtiéndolos en “simples datos”.

Evidentemente, los ancianos no son simples datos. Son abuelos y abuelas, vecinos y vecinas, curiosamente  los más preocupados en esta crisis, sobre todo por aquellos que no son ellos mismos. No podemos reducirlos a una cifra. Es muchísimo más que eso. Todos somos más que eso.

La situación ha empeorado por momentos para todos y en especial, como era sabido, para las personas mayores. El Ministerio de Sanidad ha anunciado que el protocolo sobre las medidas que deben seguir los profesionales sanitarios que trabajan en residencias de ancianos se va a convertir en orden ministerial y por otro lado, ya se habla que ante el colapso de las UCI se darán prioridad a los enfermos que tengan más esperanza de vida.

Esto se traduce en reducir al mínimo posible el número de trabajadores sanitarios y no sanitarios en contacto directo con el residente en sospecha o enfermedad, entre otras medidas y en prevalecer la vida de una persona joven frente a la de una persona mayor de 65 años.

Ante esta  grave situación, ¿quién cuida a esas personas?, ¿qué solución le dan a estos ancianos, que por si fuera poco, no hacen más que ver en las noticias las trágicas noticias de los fallecimientos en otras residencias de mayores? Hablamos de Cáceres o de Madrid, y también en Sevilla, pero cada vez más se va extendiendo al resto de residencias españolas. La sensación es de desprotección al grupo más vulnerable. Una desprotección que, además no parece encontrar alguna solución a corto plazo.

Y por otro lado, ¿cómo pueden sentirse esas personas mayores que en estado grave de enfermedad se sienten solos, desvalidos y desprotegidos de un sistema sanitario público que es de todos y para todos, y que frente a la vida los deja apartados?

Son momentos duros y muy difíciles para las personas mayores y para todos los familiares y amigos de aquellos que están sufriendo directamente esta enfermedad que está asolando España.

No olvidemos quiénes han sido nuestros mayores y cómo ellos contribuyeron a los que somos ahora. Sin ellos, no seríamos. Luchemos por todos, #quedémonosencasa.  

 

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qué es la demencia senil

La demencia, tal y como la define la Organización Mundial de la Salud (OMS), se refiere al síndrome de carácter crónico o progresivo que resulta del  deterioro de la función cognitiva. Más concretamente, la capacidad para almacenar y procesar el pensamiento. Este deterioro se considera mayor que el que causa un envejecimiento natural.

Tanto el pensamiento, la memoria , la orientación, el cálculo, la comprensión, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje o el juicio se ven afectados por este síndrome. A menudo, el solo hecho de que estas capacidades se vean afectadas hace que la persona en cuestión sea totalmente dependiente el resto de su vida con lo que es necesario aprender sobre los peligros y los factores de riesgo de la demencia.

La demencia afecta anualmente a unas 10 millones de personas en todo el mundo. Si continúa este ritmo, se calcula que en 2050 habrá alrededor de 130 millones de casos.

 

DEMENCIA, ¿SENIL? POSIBLES CAUSAS

El término ‘demencia senil’ se considera incorrecto, ya que es un síndrome que puede darse a cualquier edad (este concepto se solía utilizar porque la mayoría de personas afectadas eran ancianos). Además, estaríamos limitando las opciones de tratamiento de la persona afectada debido a una generalización tan amplia del concepto.

¿Qué causa la demencia? Ésta puede tener origen debido a varios factores. El más común es el envejecimiento. Con la edad, el cerebro se ve afectado de tal manera que las células nerviosas y sus conexiones quedan seriamente dañadas y contribuye al desarrollo de este síndrome.

Otra causa que favorece su aparición es el Alzheimer. Esta enfermedad, que cada año incide en 40.000 personas en España según la OMS, afecta principalmente a la memoria. Cuando una persona desarrolla Alzheimer en su cerebro se van acumulando unas sustancias que dañan las neuronas, las células encargadas de que pensemos.

Otros de los posibles causantes de la demencia pueden ser enfermedades como la enfermedad de Huntington, la enfermedad de Parkinson o la degeneración frontotemporal.

Los principales síntomas de la demencia son:

-Dificultad para comunicarse con los demás y otras habilidades sociales

-Pérdida de memoria y dificultad para memorizar

-Perdida de la capacidad de juicio

-Cambios en el patrón de sueño

 

TRATAMIENTO Y PREVENCIÓN DE LA DEMENCIA

Debemos tener en cuenta que gran parte de los diagnósticos de demencia no tienen cura. No obstante, en algunos casos se pueden minimizar al máximo sus efectos e incluso puede volverse reversible.  Existen fármacos para combatir los síntomas y retrasar temporalmente la aparición de la enfermedad. Algunos ejemplos son el donepezilo, reivastigmina y galantamina que trabajan sobre la memoria y el cerebro. Además, los afectados pueden adoptar estilos de vida orientados a convivir con esta enfermedad, como sería la terapia psicológica, el ejercicio diario y modificar el entorno para evitar ruidos y molestias innecesarios.

Si tenemos casos de demencia en nuestra familia, podemos adoptar una serie de medidas destinadas a prevenir la demencia de forma activa:

-Mantener la mente activa: lectura, pasatiempos, sudokus…

-Alejarse de una vida sedentaria: ejercicio diario

-Seguir horarios y rutinas

-Mantener un buen número de horas de sueño

-Controlar el estrés y la depresión para evitar efectos negativos

 

En DediCares somos conscientes del impacto que tiene la demencia en las personas afectadas y en su círculo cercano. Por eso, ponemos a disposición de nuestros usuarios nuestros profesionales cualificados para cuidar y ayudar a todos los que padecen este síndrome.

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cómo afecta la soledad en la tercera edad

Más de 2 millones de personas en España sufren de soledad y de esa cantidad el 72% son mujeres. Estas cifras irán incrementándose pues la sociedad envejecida aumenta. Para el 2066 los mayores de 65 años serán el 34,5% (más del triple que en 1976, cuando era solo un 10,4%).

Ya sea por elección propia o por las circunstancias de la vida (viudedad, por ejemplo) no todos sienten el peso de vivir o estar solo. Muchas personas no sufren con ese estado pero hay otros muchos, centenares de miles, que la padecen y no saben cómo enfrentarse a la situación.

Ya se habla de la soledad como la epidemia del S. XXI que asola a las personas de la tercera edad, en gran medida, de zonas urbanas donde se puede producir mayor aislamiento y donde la  transformación de la sociedad, más egoísta y menos implicada con los mayores, ha llevado a esta grave situación. No es una exageración, a tenor de las noticias que se producen cada vez con menor intervalo, encontrar personas fallecidas, desde hace  meses o incluso años en su casa, a las que nadie ha echado en falta.

 

MEDIDAS DE LOS GOBIERNOS ANTE LA EPIDEMIA DE LA SOLEDAD

En países como Reino Unido han tomado cartas en el asunto y han creado el Ministerio de la Soledad con el objeto de dar solución a este grave problema que además reporta un gran gasto público. En España, el Gobierno está desarrollando una Estrategia Nacional contra la Soledad en un intento de hacer frente a la soledad no deseada, la cual va en aumento en nuestro país.

En Estados Unidos las autoridades se refieren a la epidemia de la soledad como una condición más dañina que la obesidad y tan perjudicial como fumar 15 cigarrillos diarios. El plan de salud CareMore Health ofrece a los mayores y personas de escasos recursos un programa llamado Unidos, en el que se trata la soledad como una condición de salud que se puede diagnosticar, prevenir y tratar.

 

LOS EFECTOS DE LA SOLEDAD EN LOS MAYORES

Entre los mayores es más probable el sentimiento de soledad, ya que hay más situaciones de pérdidas. Esta situación puede provocar depresión, uno de los principales efectos de la soledad.

Otra de las consecuencias es la ansiedad que se vincula con sentimientos de miedo, inseguridad, y falta de control. Estos factores pueden provocar serios problemas vasculares.

Las secuelas que puede producir la soledad están las relacionadas con los problemas cognitivos y el incremento de la demencia.

Según una investigación de la Universidad de Chicago el sentimiento de soledad extrema puede aumentar en un 14 % las probabilidades de muerte prematura entre los mayores de 65 años.

CÓMO COMBATIR LA SOLEDAD

Varios estudios han demostrado que la clave para combatir la soledad está en las relaciones sociales. Gracias a ellas se puede ver disminuido el deterioro mental y físico de las personas mayores que viven solas. Es decir, la soledad obligada no es buena pero si se mantiene una vida comprometida socialmente y se disfruta de la compañía se puede combatir los efectos perjudiciales que puede conllevar este estado de aislamiento.

Un estudio de la Universidad de Granada realizado entre personas de 65 años determinó que las personas mayores son más felices cuando lo han sido también de jóvenes. Estas personas felices han ido construyendo, a lo largo de la vida, recursos para ser feliz.

En este estudio, donde se incluyeron tanto personas que vivían en residencias como personas que vivían en sus casas, se concluyó que aquellas personas que vivían en una residencia se sentían más dependientes, sin tanta libertad para realizar actividades de ocio y con menos vínculo emocional con sus familiares. Aspectos clave que pueden ser un inconveniente a la hora de ser feliz.

El ser humano es social por naturaleza y eso implica relacionarse, mantener vínculos emocionales con familiares, amigos y vecinos. Se puede estar solo y estar bien con uno mismo, el inconveniente viene cuando esa soledad está impuesta. Es necesario, en este caso, crear lazos entre las personas del entorno, salir, buscar actividades de ocio que puedan motivar y llegar a sentirse más feliz con uno mismo.