Durante esta pandemia, y a consecuencia del coronavirus, se ha puesto en evidencia la necesidad de repensar el sistema de cuidados y el modelo de atención a las personas mayores algo obsoleto y anclado en ámbitos como el paternalismo y la universalidad, dejando a un lado cuestiones como la atención personal y el refuerzo de la autonomía.
Debido a la situación que estamos atravesando y las miles de personas, sobre todo mayores que han fallecido –principalmente, en residencias- se hace imprescindible establecer y desarrollar nuevos modelos donde se ponga el centro de atención en las necesidades reales de los más mayores.
Las residencias, hasta la fecha, han sido instituciones jerárquicas donde se le ha dado mucha importancia a cuestiones burocráticas y a aspectos administrativos, dejando, en muchos casos, relegadas las actividades focalizadas en mejorar la vida y el bienestar de los propios usuarios.
Todo esto ha repercutido negativamente en la gestión de las residencias donde ha habido: cambios constantes de profesionales sanitarios, desconocimiento de las necesidades asistenciales y de cuidados de los usuarios, escasez de recursos, errores en el sistema de atención,…
Los problemas estructurales del sistema de residencias de mayores en España se han mostrado visiblemente con la pandemia. Las residencias se han convertido en un foco muy importante de la crisis sanitaria. Las cifras de fallecidos y los errores en cadena han mostrado la cara amarga de una gestión que necesita ser revisada.
La transformación del modelo asistencial: ¿quiénes son los motores del cambio?
Las administraciones públicas con competencias en asuntos sociales y sanitarios son los que deben encabezar el cambio necesario para desarrollar un modelo asistencial que cubra las exigencias y los requerimientos de las personas de la tercera edad sin caer en los fallos cometidos hasta la fecha, y que han perjudicado seriamente a los mayores.
El nuevo modelo asistencial debe entender que las personas de más edad necesitan su autonomía y necesitan estar en sus casas. Y éstas son cuestiones que deberán ser tenidas muy en cuenta a la hora de desarrollar nuevas políticas sociales asistenciales.
Los mayores y su autonomía: el hogar el mejor lugar
Las personas mayores deben recuperar el control de sus vidas que no debían haber perdido en el camino de su envejecimiento, por muy dependientes que fueran. Por ello, es necesario que vuelvan a tener la autonomía necesaria para vivir con dignidad.
En este sentido, en ese camino por establecer un envejecimiento digno, nuestra casa se constituye como el mejor sitio para estar y para ser cuidados. Así lo piensan la gran mayoría de los expertos en la materia.
Los hogares son el lugar más idóneo. Lugares que deben estar adaptados, que cuenten con una atención domiciliaria más transversal cubriendo las necesidades personales (físicas y psíquicas) del paciente, y apoyando y contribuyendo también al bienestar de la familia que cuida de la persona mayor.
En esta atención más personalizada y más acorde con los intereses de los mayores, es imprescindible incluir el acompañamiento profesional el cual cubra las necesidades psicológicas, emocionales y sociales del usuario con el fin de que mantenga su identidad y su autoestima.
Un modelo novedoso y muy interesante para cuidar de personas mayores. Muchas gracias por compartirlo. Saludos